¿Tu hijo contesta reiteradamente “qué” a todo lo que le preguntas? Si es así, extrema precauciones. Puede que no oiga bien y que sufra la famosa otitis serosa, aquella que probablemente tú o algún conocido también haya sufrido alguna vez durante la infancia. No siempre es fácil detectarla, por eso es importante actuar con firmeza cuando haya sospechas de sordera. Sobre todo, en los más pequeños, pues puede afectar a su desarrollo personal.
Antes de nada, hay que ser conscientes de que la otitis serosa viene provocada por una hipersecreción de moco que muchas veces viene derivada de infecciones respiratorias. También puede deberse a la poca ventilación entre el oído y la nariz, impidiendo así la evacuación del moco y reteniéndolo en el oído medio. De este modo, la otitis serosa se caracteriza por la presencia de líquido no purulento en el oído medio. Éste afecta a nuestro proceso de audición.
Cuando lo detectamos, el diagnóstico suele ser fácil tanto en niños como en adultos. Y es que se trata de un tipo de otitis que no suele ocasionar dolor ni molestias. Sin embargo, si no se trata puede dar pie a otitis agudas. Por eso, es de vital importancia ponerse en manos de un otorrinolaringólogo cuando se observen comportamientos sintomáticos. Que quede en un mal menor está en nuestras manos.