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Coromina prensa

El otorrino Jordi Coromina y el traumatólogo experto en células madre Robert Soler lideran el ensayo.

Un paciente que probó con éxito la idea cofinancia ahora el ensayo con 10 enfermos.

Un grupo de diez pacientes de distintos puntos de España que han pasado por un cáncer en la boca y que tienen arrasada su producción de saliva por la radioterapia probarán una inyección de células madre de su propia médula ósea para saber si recuperan en parte esa función perdida.

La investigación la dirige el otorrinolaringólogo Jordi Coromina, de la Teknon, y el experto en el uso de células madre expandidas en articulaciones Robert Soler, del Institut de Teràpia Regenerativa Tissular (ITRT).

Pero la financiación de esta prueba, que podría convertirse en tratamiento en cualquier otro hospital, corre a cargo principalmente de un paciente de éxito. Xavier Bernat se ha convertido en el principal mecenas de este proyecto que exige la Agencia Española del Medicamento para autorizarlo como opción terapéutica.

Él es el primer paciente en España gracias a su búsqueda incansable de alguna mejoría ante la pérdida absoluta de su calidad de vida por las secuelas de la radioterapia que le aplicaron cuando sufrió un cáncer en la base de la lengua.

Bernat encontró un ensayo en Dinamarca en el que un oncólogo quería probar el efecto de las células madre mesenquimales expandidas en pacientes como él: sin saliva, sin percepción de sabores, con dolor, con la comida convertida en un infierno, con una botellita de agua siempre a su lado.

Intentó entrar en el ensayo pero no se lo permitieron porque ya habían terminado de aplicar las inyecciones. “Pero conseguí averiguar que los resultados eran prometedores”, explica Xavier Bernat. Y buscó a través de Jordi Coromina a alguien que pudiera intentarlo aquí.

El responsable del Centro de Otorrinolaringología de la Teknonse lo propuso a sus colegas del ITRT. “Somos traumatólogos, no sabemos nada de regeneración de glándulas submaxilares, pero ya llevamos más de 1.100 pacientes, 800de rodilla, tratados con células madre mesenquimales expandidas”, explica Robert Soler.

Consiguieron, probablemente por esa larga experiencia, que la Agencia Española del Medicamento aprobara esa insólita prueba con Bernat y también que el oncólogo danés acudiera a Barcelona para supervisar y asegurarse de que se hacía como en los pacientes de su ensayo.

A los seis meses ya había señales demostrables de salivación. “Estaba a cero, así que por poco que produjera era un gran cambio”, indica Coromina. La mejoría se pudo comprobar con resonancia magnética y otras pruebas de salivación. El paciente investigador pidió una segunda dosis. La agencia lo admitió, como parte del mismo tratamiento.

Continuó mejorando la función de sus glándulas, que antes aparecían muertas y pura fibrosis. Luego, una tercera dosis. Las glándulas han crecido, se han vascularizado, se han regenerado y ha desaparecido tejido fibrótico.

El paciente ha recuperado hasta ahora alrededor de un 30% de la capacidad perdida de salivar. “Mi situación se parece a tener un pedregal seco donde nada crece. Las células madre son un sistema de irrigación. La hierba empieza a crecer tímidamente y luego con profusión. Sigue siendo un pedregal, pero las células madre consiguen que vuelva la vida”.

La traducción es que no tiene que beber agua constantemente, que ha recuperado con limitaciones el placer de comer y es capaz de distinguir un jamón de una tira de madera. “El estudio clínico con varios pacientes y multitud de parámetros bien definidos y resultados medibles es imprescindible para que la agencia autorice este tratamiento.

Por eso he optado por el mecenazgo del ensayo, en el que hay otros participantes como yo y en el que estos dos médicos consagrados se han propuesto innovar y arriesgar. Para mí es una necesidad imperativa que tienen miles de personas en España y que les puede cambiar la vida si pueden recibir el tratamiento que me la ha cambiado a mí”.

El ensayo ha comenzado: un hombre de Málaga es el primero y la semana pasada otros cuatro ya hicieron la punción en la médula ósea. Deberán demostrar viabilidad y seguridad y, secundariamente, su eficacia.

Fuente: La Vanguardia