Trastornos de la deglución ¿Cómo resolverlos?
LA DEGLUCIÓN IMPLICA LA COORDINACIÓN DE ESTRUCTURAS Y MÚSCULOS DIVERSOS
Deglución y disfagia
¿Qué es la deglución y la disfagia?
La deglución es el paso de los alimentos desde la boca hacia la faringe y de allí al esófago. El proceso de deglución de los alimentos implica una rápida coordinación por parte de los músculos y estructuras implicadas en el proceso, puesto que se realizan múltiples secuencias motoras voluntarias e involuntarias controladas por el sistema nervioso.
La disfagia (trastorno de deglución o dificultad para tragar), se produce cuando alguna de las estructuras implicadas en este proceso no funciona de manera correcta.
Las personas afectadas por disfagia padecen imposibilidad o dificultad para tragar alimentos o líquidos, y tienen la sensación de que la comida se queda en su boca o en su garganta.
En muchos casos, la aparición y evolución de la disfagia es tan lenta que algunos pacientes no dan la suficiente importancia a la dificultad para tragar, que empeora con el paso del tiempo. Por ello es importante un diagnóstico precoz e iniciar el tratamiento de la disfagia lo antes posible.
Tipos de disfagia
Existen diferentes tipos de disfagia que se clasifican en función de donde se encuentre la disfunción en el proceso deglutorio. Así se distinguen:
- Disfagia orofaríngea, si se produce en la zona de la faringe. En este caso la dificultad para tragar aparece al inicio de la deglución. Ello puede provocar aspiraciones hacia la tráquea produciéndose tos, vómitos, dolor, sensación de presión o estrechez al tragar, ardor de estómago y regurgitación.
- Disfagia esofágica, cuando la dificultad para tragar se encuentra en la zona del esófago.
¿Cuáles son las causas de la disfagia?
Los trastornos de la disfagia o dificultad para tragar pueden aparecer relacionados con diferentes enfermedades, como:
- Enfermedades de la faringe o de la cavidad bucal (amigdalitis, faringitis o infección de hongos, como en caso de aftas).
- Enfermedades del esófago (divertículo esofágico, acalasia).
- Enfermedades neurodegenerativas (esclerosis múltiple, Parkinson).
- Hernia diafragmática (hernia de hiato).
- Aspiración de cuerpos extraños.
- Demencia.
- Otras: neoplasias de esófago, cáncer de esófago, enfermedades neurológicas o ictus.
¿Cómo se diagnostica la disfagia?
En primer lugar, es fundamental completar la historia clínica del paciente. Ante la sospecha de que padezca disfagia, el especialista realizará una exploración mediante endoscopia, que completará con el test de disfagia.
Durante la consulta, el otorrinolaringólogo preguntará al paciente sobre las molestias o dificultad para tragar, su alimentación habitual, cuándo empezó a notar los síntomas, y si estos han evolucionado con el tiempo. Es importante que el paciente comente con el especialista todos los síntomas que padece, a pesar de que crea que no tienen relación con la enfermedad.
Tras la exploración de boca y faringe, se realiza el denominado Test de Disfagia, también conocido por Test de volumen-viscosidad (MECV-V). Esta prueba permite conocer los volúmenes y consistencias de alimentos más adecuados para cada paciente.
¿Qué tratamientos existen para la disfagia?
En todos los casos de disfagia (trastorno de deglución o dificultad para tragar), el tratamiento es personalizado en función de la historia clínica y el causante de la enfermedad.
La base del tratamiento son cambios en las maniobras posturales y un entrenamiento progresivo con texturas para reducir las molestias y restablecer reflejos como el de la deglución y el reflejo tusígeno.
Artículo sobre «Trastornos de la deglución». La Vanguardia (25/06/2014)